Esta semana se les presenta un fragmento de la obra de Aristófanes, del mayor poeta cómico griego de la época clásica y de la llamada Comedia Antigua, (ca. 450-ca. 385 a.C.) Las Ranas, en versión de José García López, primer catedrático de Filología Griega de la Universidad de Murcia [ Ranas / Aristófanes ; introducción , comentario y traducción por José García López. – Murcia : Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1993].
Aristófanes escribió la mayor parte de su obra durante el largo periodo de la guerra del Peloponeso. Las Ranas, para muchos la mejor obra del autor, lleva a la escena un peculiar y jocoso juicio entre los trágicos Esquilo y Eurípides y narra la historia del dios Dioniso que después de la muerte de Eurípides, Esquilo y Sófocles viaja al Hades en busca de un buen poeta. Lleva consigo a su esclavo Jantias, que es más inteligente, fuerte, racional, prudente, valiente y educado que Dioniso.
Antipnigos (w. 1078-1098)
ESQUILO.- ¿De qué males no es responsable?
¿No puso éste en escena a alcahuetas
y mujeres dando a luz en los templos,
y uniéndose a los hermanos
y afirmando que la vida no es vida?
Y, además, nuestra ciudad, por estas cosas,
se ha llenado de escribanos
y de bufones charlatanes,
que engañan siempre al pueblo,
y ya nadie es capaz de llevar una antorcha
ahora por falta de ejercicio.
DIONISO.- No, por Zeus, no, de tal forma que yo me moría
de risa en las Panateneas, cuando
un hombre torpe corría inclinándose,
pálido, lleno, quedándose atrás
y haciendo esfuerzos terribles. Después, los del Cerámica,
en las puertas, le golpeaban en su
vientre, costados, riñones y nalgas,
y él, lleno de golpes con las palmas de las manos,
soltando ventosidades
y apagando la antorcha, intentaba escapar.
CORO.- Grande es el asunto, el debate grave, la lucha violenta
avanza.
En verdad es un trabajo difícil de resolver
pues, cuando uno se lance con violencia,
el otro podrá volverse para atacar y replicar con dureza.
Pero, no os quedéis sentados en el mismo sitio;
los ataques de vuestras habilidades son muchos y variados.
En efecto, lo que tengáis los dos para disputar,
decidlo. Atacad, despojad
tanto lo antiguo como lo nuevo,
y atreveos a decir algo sutil y sabio.
Si los dos tenéis miedo de que a los espectadores
les falte formación, para comprender
las sutilezas de vuestros discursos,
desechad ese temor, pues esas cosas ya no son asi.
Ciertamente ellos han participado en campañas
militares,
y cada uno con su libro aprende cosas ingeniosas.
Por otra parte, sus ingenios son por naturaleza
superiores,
y ahora se encuentran afilados.
Así pues, no temáis nada, sino
que, por los espectadores, abordadlo todo, pues son sabios.
El Éxodo (w. 1500-1533)
PLUTÓN.- ¡Ea!, salve, Esquilo, marcha
y salva a nuestra ciudad
con buenos consejos y educa
a los insensatos, que son muchos.
Llevándotelo, dale esto a Cleofonte (Le entrega una espada)
y esto a los administradores. (Le da una cuerda)
a Mirmex juntamente con Nicómaco
y esto (Le da una copa con cicuta) a Arquenomo, y diles
que vengan pronto aquí, a mi casa,
y que no se demoren. Y si no llegan
pronto, por Apolo, yo,
marcándolos a fuego y atándoles los pies
con Adimanto, el hijo de Leucolofo,
los enviaré, al punto, bajo tierra.
ESQUILO.- Haré esas cosas. Y tú, dale mi trono
A Sófocles para que lo guarde
y lo conserve, por si acaso yo, alguna vez,
vuelvo aquí. Pues yo juzgo que
en sabiduría él es el segundo.
Mas, acuérdate de que ese hombre
intrigante, impostor y bufón
nunca se siente en mi trono,
ni siquiera involuntariamente.
PLUTÓN.- (Al coro) Así pues, encended vosotros para éste
antorchas sagradas, y, a la vez, escoltadle en procesión,
celebrándolo con sus propias
canciones y melodías.
(Plutón se mete en la casa y el coro con antorchas encendidas sigue,
cantando, a Dioniso y a Esquilo, que se marchan).
En primer lugar, concededle un feliz viaje al poeta que se
marcha, elevándose hasta la luz, divinidades subterráneas, y
a la ciudad buenos pensamientos, fuente de grandes bienes.
Pues, así, nos libraremos de grandes dolores y de lamentables
encuentros con armas. Y que Cleofonte, y cualquier otro de
éstos, que lo desee, vaya a luchar en los campos de su patria.
Texto: D.P
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