Emplazado en un pequeño valle del Peloponeso, en Argólida interior, rodeado de picos rocosos apenas cubiertos por una vegetación poco densa de tipo mediterráneo, este enclave comprende un santuario dedicado al Dios de la medicina Esculapio. Εl sitio arqueológico de Epidauro se extiende a varios niveles. En el nivel más alto (430 m.de altitud) se sitúa el santuario de Apolo Maleatas dominando sobre los demás monumentos. El teatro se sitúa un poco más abajo, al suroeste, a una distancia de unos 360 m. aproximadamente. Por último, el Asclepeion o Santuario de Esculapio con el conjunto de sus construcciones -baños, gimnasio, palestra, estadio y el katagogeion (dormitorios para los pacientes)- se despliegan hacia el oeste sobre una terraza situada entre 320 y 330 m de altitud.
Este gran conjunto fue concebido como un homenaje a los dioses curativos de Epidauro: Apolo, Asclepio (Esculapio para los romanos) e Higia. La leyenda cuenta que Esculapio nació de los amores de Apolo con la hija del rey de Orcómeno. Durante el siglo VI, hubo un culto dedicado a él en Epidauro, donde las excavaciones arqueológicas desenterraron un santuario que data del período micénico temprano.
En el siglo V el santuario ya gozaba de una gran reputación, tanto por las curaciones milagrosas que allí se prodigaron como por los juegos que se desarrollaban cada cuatro años; el estadio es de esta época. El apogeo de Epidauro se inicia en el siglo IV a. C., con la construcción del templo de Apollo Maleatas y los principales monumentos del Hierón (lugar sagrado). El Hierón está compuesto por el templo de Esculapio, el Tholos, el enkoimeterion (donde los pacientes esperaban a ser atendidos), los baños de Esculapio y sobre todo el incomparable teatro que se considera, con razón, una de las más puras obras maestras de la arquitectura griega. Epidauro siguió floreciendo durante el período helenístico. A pesar del saqueo de Sila en el 87 a.C. y de los piratas cilicios, el santuario restaurado florece durante la época romana, como lo demuestra la famosa descripción de Pausanias, de 150 d.C.
Con sus hospitales y templos consagrados a los dioses curadores, el conjunto del sitio aporta un testimonio excepcional sobre los cultos terapéuticos en la Antigüedad grecorromana. El surgimiento de la medicina moderna en un santuario -famoso en la antigüedad por los curamentos milagrosos que, basándose en elementos psicológicos, se aplicaban a pacientes supuestamente incurables- está documentado de manera directa y tangible por la evolución funcional del Hierón de Epidauro y claramente ilustrado por las inscripciones grabadas sobre destacadas estelas, conservadas en el museo. El teatro, los templos de Artemisa y de Esculapio, el Tholos, los Propileos y el enkoimeterion hacen del Hierón de Epidauro un ejemplo excepcional de la arquitectura helénica del siglo IV a.C. El teatro especialmente, obra maestra arquitectónica del joven Policleto de Argos, es un logro artístico único que integra admirablemente el entorno natural con la perfección de sus proporciones y su acústica. El Santuario de Esculapio fue declardo Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988 (XII sesión).
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