El Movimiento por los Derechos Civiles fue uno de los movimientos políticos más importantes de la historia de los Estados Unidos. Fue la reacción de la comunidad negra a la discriminación racial sistemática, y dio lugar a la aprobación de leyes históricas como la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act) de 1964 y la Ley de Derecho al Voto (Voting Rights Act) de 1965. Martin Luther King Jr. destacó entre varias figuras importantes de la comunidad que surgieron en ese periodo.
Mientras que muchos fueron los que se opusieron al movimiento, optando por mantener el statu quo, otros apoyaron la lucha de los negros estadounidenses por conseguir la igualdad de derechos ante la ley. Los grecoamericanos apoyaban tradicionalmente y en gran medida la causa afroamericana. Después de todo, los propios griegos de EE.UU. habían sido víctimas de la discriminación en épocas anteriores, especialmente en los estados del sur, donde las personas de origen griego eran, entre otras razas y etnias, víctimas del KKK.
El arzobispo Iákovos y la marcha de Selma
En el momento álgido del movimiento por los derechos civiles, la causa afroamericana encontró un animado aliado en una de las figuras más eminentes e influyentes de la comunidad griega en EE.UU.: Iákovos, arzobispo de la Iglesia Ortodoxa Griega de América del Norte y del Sur.
El arzobispo Iákovos (1911-2005), que desde muy joven sufrió la discriminación como miembro de la minoría griega en el Imperio Otomano, siempre fue un defensor de la libertad, la igualdad y la integración. Ya en 1958 y en 1962, el Director de Relaciones Públicas de la Archidiócesis había escrito, en nombre de Iákovos, (en cartas dirigidas a un estudiante de teología y a un investigador, respectivamente), que la Iglesia Ortodoxa Griega no tenía «prejuicios en cuanto a la raza o el color» y estaba «inequívocamente en contra de la segregación de cualquier tipo».
El arzobispo Iákovos marcha con Martin Luther King Jr. y Ralph Abernathy el 15 de marzo de 1965 (Penn State Special Collections vía flickr)
El 28 de septiembre de 1963, el Consejo Central de la Archidiócesis aprobó una resolución sobre la igualdad racial, firmada por Iákovos, condenando la segregación y el fanatismo racial. Luego, en abril de 1964, mientras se discutía el proyecto de ley de derechos civiles en el Senado, la Conferencia Permanente de Obispos Ortodoxos Canónicos de las Américas, presidida por Iákovos, emitió una declaración contra el fanatismo racial, señalando que «la persecución, el prejuicio y la intolerancia es el mayor pecado que puede soportar el alma libre del hombre».
En 1965, cuando las tropas estatales mataron al activista Jimmie Lee Jackson en una manifestación en Selma (Alabama), se organizó una marcha por el derecho al voto desde la ciudad hasta la capital del estado, Montgomery, para enfrentarse al gobernador segregacionista de Alabama, George Wallace, por el suceso. Después de que la primera marcha, el 7 de marzo, fuera reprimida violentamente por la policía, dos días después se organizó una segunda encabezada por el reverendo Martin Luther King. James Reeb, un ministro blanco y activista de los derechos civiles, que había participado en la segunda marcha, fue golpeado hasta la muerte por miembros del Ku Klux Klan esa misma noche, lo que provocó una protesta nacional contra la violencia de la supremacía blanca. Εl 15 de marzo, se celebró un servicio conmemorativo para Reeb en la Iglesia Metodista Episcopal Africana de Brown’s Chapel.
Iákovos, junto con su canciller, el padre George Bacopoulos, y varios otros clérigos de la Comisión sobre Religión y Raza, volaron a Alabama y asistieron al servicio, a pesar de las fuertes reservas de sus asesores en cuanto a la seguridad. Fue el clérigo de mayor rango presente. A continuación, la multitud se dirigió en procesión al Tribunal del Condado de Dallas. Martin Luther King Jr. encabezó la marcha con Iákovos y el reverendo Ralph Abernathy a su lado. Al llegar al tribunal, los que encabezaban la procesión se dirigieron a la escalinata de la entrada cerrada para dirigirse a la gran multitud. Este momento fue captado por un reportero de la revista Life, y la fotografía apareció en la portada del número del 26 de marzo de 1965.
Portada de la revista Life del 26 de marzo de 1965 en la que aparecen el arzobispo Iákovos, Martin Luther King Jr., Ralph Abernathy y Walter Reuther en el funeral de James Reeb (fuente: SNF)
Como informaría el New York Times, la «llamativa portada de la revista [Life] que mostraba al Dr. King codo con codo con el arzobispo Iákovos vestido de negro marcó una nueva presencia de los grecoamericanos y de la Iglesia Ortodoxa Griega en la vida estadounidense».
En una declaración emitida tras el servicio conmemorativo, el arzobispo Iákovos dijo que acudió porque creía que era «una ocasión apropiada no sólo para dedicarse a sí mismo y a los comulgantes ortodoxos griegos a la noble causa por la que […] Reeb dio su vida, sino también para mostrar su voluntad de continuar esta lucha contra los prejuicios y la persecución». Esa misma noche, el presidente Lyndon Johnson se dirigió al Congreso en apoyo de un proyecto de ley sobre el derecho al voto. Al día siguiente, Iákovos le envió un telegrama para expresarle sus sentimientos de gratitud en nombre de su pueblo por «marcar el amanecer de una nueva era de la democracia americana».
La postura pública del Arzobispo fue recibida con reacciones generalmente positivas por parte de la comunidad ortodoxa griega de EE.UU. Aunque la Archidiócesis recibió varias cartas de parroquias de los estados del sur que expresaban su preocupación por las represalias económicas contra las comunidades griegas locales (que dependían principalmente de negocios como los restaurantes), la mayoría de las cartas y telegramas (especialmente de los estados del norte) expresaban su entusiasmo por sus acciones, considerándolas fieles al espíritu del cristianismo y la ortodoxia, pero también a «la promesa americana».
Iákovos siguió siendo un eterno enemigo de la intolerancia racial. Se opuso a la guerra de Vietnam, expresó su apoyo a los derechos de los judíos soviéticos y trató de influir en los cristianos árabes para que trabajaran por la paz en Oriente Medio. En 1980, el Presidente Jimmy Carter le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad, uno de los dos premios civiles más importantes de Estados Unidos. En su discurso, pronunciado en la ceremonia de entrega, el Presidente describió a Iákovos como un «líder religioso progresista preocupado por los derechos humanos», admirado por los grecoamericanos y por el propio Carter, señalando que el Arzobispo «ha puesto en práctica durante mucho tiempo lo que ha predicado».
Medio siglo después, en la conmemoración del 50º aniversario de las Marchas de Selma a Montgomery, el Arzobispo Demetrios se encontraba entre los distinguidos invitados que pronunciaron su propio discurso, al tiempo que la Archidiócesis lanzaba un sitio web dedicado a su largo apoyo al Movimiento por los Derechos Civiles.
La contribución de los grecoamericanos
Aunque, entre los ejemplos de apoyo grecoamericano a la desegregación y la igualdad racial, el establecido por el arzobispo Iákovos fue, con mucho, el más famoso y destacado, hubo varios más pequeños, normalmente no conocidos más allá de las comunidades locales y, por tanto, más difíciles de identificar y documentar.
Tal fue el caso de Alex Gulas, natural de Birmingham (Alabama), con una larga carrera en el negocio de la restauración y el entretenimiento. Entre sus empresas se encontraba el establecimiento del Key Club, donde desempeñó un papel decisivo en la integración de la industria del jazz en el estado, a pesar de que la ciudad, que en aquella época estaba segregada, con el KKK ejerciendo una gran influencia sobre las autoridades. Por ello, ingresó en el Alabama Jazz Hall of Fame en 1991, tras ser propuesto por Avery Richardson, uno de los muchos músicos negros que habían tocado en el club.
Fotografía de un restaurante griego que atiende a clientes negros en Pittsburgh, Pensilvania (posiblemente en los años 20 o 30 | fuente : Shorpy.com)
Un artículo del número del 8 de diciembre de 1961 de la revista Life (p.38-39) también documenta el caso de Anthony (Tony) Konstant, de Baltimore, que tenía un restaurante en la Ruta 40. Todos los restaurantes y terminales de autobuses de la carretera en el estado de Maryland atendían únicamente a clientes blancos, por lo que fueron el objetivo del grupo de activistas de los derechos civiles «Freedom Riders» en 1961. Aunque la Casa Blanca y el Departamento de Estado se involucraron en el asunto, los propietarios de los restaurantes se resistieron al cambio, y los proyectos de ley de desegregación fueron bloqueados en la legislatura estatal. Cuando el debate parecía llegar a un punto muerto, un «Comité de Ocho» restauradores, presidido por Konstant, inició reuniones e intensas negociaciones con el resto de los propietarios de restaurantes de la zona en noviembre de 1961, convenciendo finalmente a casi la mitad de ellos para que desegregaran sus locales. En 1962, la Asamblea General de Maryland aprobaría finalmente una ley contra la discriminación.
En tiempos más recientes, cabe destacar que, para celebrar el vínculo entre las comunidades griega y afroamericana, Anthony Brown, entonces vicegobernador de Maryland, presentó una Proclamación en la que se designaba el 27 de marzo de 2013 como día dedicado a la unidad de ambas comunidades, a raíz de una asociación entre la Asociación Progresista Helénica Americana (AHEPA) y la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP) para combatir el fanatismo. En esta ocasión, se celebró un acto en el Reginald F. Lewis Museum of Maryland African American History de Baltimore.
Texto original en inglés vía Greek News Agenda
Trad.: C.P.