Relacionados a lo largo del tiempo con mitos y leyendas, los faros siempre han sido más que simples ayudas operativas para la navegación. Hechos a menudo de piedra y construidos en litorales inaccesibles de islas o cabos, los faros forman parte del patrimonio cultural de un país, y cuando se trata de Grecia y su pueblo marinero, los faros caracterizan muchos aspectos de su tradición. Al proporcionar advertencia de alta visibilidad contra los peligros y riesgos de transporte marítimos, rocas y arrecifes, los faros representan al mismo tiempo un signo de esperanza, seguridad y protección para quienes navegan.
Los primeros faros aparecieron en la antigüedad y normalmente estaban construidos en la cima de colinas, funcionando así más como señales de entrada a los puertos que como señales de advertencia para arrecifes y promontorios, como es el caso en la actualidad. En la antigüeda clásica, tales referencias se encuentran por primera vez en los poemas épicos de Homero, donde se describe el encendido de antorchas en la cima de colinas o torres. El faro más famoso de la antigüedad era el Faro de Alejandría en Egipto. Ese faro fue construido en el siglo III. a.C. en la isla de Faro, en el puerto de Alejandría, para servir como punto de referencia del puerto y su luz se podía ver a más de 40 kilómetros de distancia. El Faro de Alejandría, que se considera como una de las siete maravillas del mundo antiguo, ya que fue un triunfo tecnológico y se convirtió en el arquetipo de todos los faros desde entonces, fue severamente dañado por una serie de terremotos entre 956 y 1323.
Según fuentes históricas, en aguas griegas, estructuras de faros se ubicaban ya desde el siglo XV en los puertos de Quíos (1420), Rodas (1490), Mytilene (1782) y otras islas del Egeo. El primero que se construyó bajo el estado griego moderno fue en el puerto de Egina en 1829, cuando la ciudad de la isla fue declarada capital del estado. Muy pronto, la red de faros se expandió en el resto del territorio nacional y su operación se asignó al Servicio de Faros de la Armada Helénica, establecido en 1887.
De los más de 1.000 faros que funcionan en los 15.000 kilómetros de costa de Grecia, solamente 58 siguen siendo cuidados por fareros. Los más impresionantes son los faros de piedra. De gran valor arquitectónico y cultural y construidos principalmente a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX, muchos de ellos fueron dañados durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, contamos con 144 faros de piedra, de los cuales 46 se reúnen en la lista de los Monumentos Históricos Protegidos del Ministerio de la Cultura de Grecia.
Grecia cuenta con una de las redes de faros más grandes del mundo, con monumentos impresionantes que dominan sus costas, ofreciendo unas vistas maravillosas. Desde el faro “Kastrí”de la pequeña isla jónica de Othoni, la más occidental del país, hasta el faro más al sur, en la isla de Gavdos, estos edificios muy particulares fascinan con su encanto. Entre los faros más impresionantes se encuentran él de Dana en la isla de Poros (1870), él de Zourva en Hydra (1883), destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en 1946, el faro Tourlitis en Andros (1887), el faro de Melagavi en Loutraki (1897), de Akrotiri en la isla de Santorini (1892) o el faro de Chania en Creta, construido durante la ocupación veneciana a finales del siglo XVI y reconstruido entre 1824 y 1832 durante la ocupación otomana.
En el Peloponeso existen dos imponentes faros de piedra, situados en los impresionantes cabos Tainaron y Maleas, ambos llevando muchas historias de terror y leyendas. En la antigüedad, el Cabo Tainaron fue considerado como una de las puertas del Hades. Ese lugar fue muy importante para los espartanos, que construyeron allí el Santuario de Poseidón. Durante la ocupación de los francos del Peloponeso en los siglos XIII-XIV, el cabo pasó a llamarse Cabo Matapias, nombre que todavía existe en muchos mapas náuticos. El faro que se construyó allí en 1882 ofrece una fantástica vista sobre la bahía de Laconia y la península de Mani. El Cabo Maleas, en el extremo sur del Peloponeso es conocido desde la antigüedad como una de las rutas principales para cruzar el Mediterráneo. Las condiciones meteorológicas excepcionalmente difíciles alrededor del cabo eran conocidas también en el mundo clásico, se describen en la Odisea, y sobre los peligros del lugar había también escrito el historiador Estrabón. El faro de piedra del Cabo Maleas, construido en 1883, se considera todavía muy importante para la seguridad de los barcos, ya que muchos de ellos naufragaron en su intento de pasar por allí.
La mayoría de los faros en Grecia en los siglos XIX y XX fueron construidos por la Compañía de Faros de Francia, con la excepción de las islas jónicas, donde los faros de Corfú, Cefalonia, Zante, Strofades y Paxoi fueron construidos durante el dominio británico de la región. El faro de Agioi Theodoroi en Cefalonia, con sus 20 columnas dóricas, el el más distintivo de todos los faros de Grecia. Fue destruido por el terremoto de 1953 y reconstruido el 1960 según su diseño arquitectónico original.
Hoy en día, los faros en Grecia usan energía eléctrica y solar a través de sistemas fotovoltaicos, que reemplazan las lámparas de gas acetileno o diesel del pasado. Los faros griegos son mantenidos por el Servicio de Faros de la Armada Helénica, pero la restauración de esas enormes estructuras de piedra es una tarea costosa y difícil, teniendo en cuenta que los faros se hallan situados principalmente en partes muy escabrosas del país. Además de la financiación pública, también hay iniciativas privadas. En 2008, la Fondación Aikaterini Laskaridi decidió restaurar y renovar los faros de piedra del Cabo Tainaron y del Cabo Maleas, así como el faro de Dana en Poros, ya que la preservación del patrimonio cultural y marítimo de Grecia es uno de sus propósitos principales.
Texto original en inglés vía Greek News Agenda
C.P.
Etiquetas: arquitectura | Patrimonio