“La arquitectura de las bibliotecas en el Mundo Occidental: Desde la época minoica hasta Miguel Angel (1600 a. C. – 1600 d. C.)”: Es el largo título de una interesante exposición que recorre la evolución arquitectónica de los espacios y edificios que a lo largo de ese periodo han atesorado el conocimiento humano.
Albergada en el edificio principal del Museo Benaki de Atenas, la exposición nos propone un viaje histórico para conocer la estructura arquitectónica de las “arcas del conocimiento”, desde los primeros archivos y los “museos” -así eran llamadas en el mundo griego las primeras bibliotecas, ya que estaban bajo la protección de las musas- hasta las grandes bibliotecas monásticas medievales o la organización de las brillantes instituciones del libro en el Renacimiento, como la Biblioteca del Vaticano, la Biblioteca Marciana de Venecia, la malatestiana en Cesena o la de Miguel Angel en Florencia.
La Real Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial
La muestra está estructurada en cinco secciones cronológicas, representando cada una de ellas un marco histórico distinto en el que se desarrollaron esos brillantes espacios de protección y conservación del saber humano: Mundo griego, Periodo romano, Bizancio, Occidente en tiempos medievales y Renacimiento.
La unidad que abarca el Mundo griego pone de relieve los archivos en el periodo minoico y los centros en los cuales, desde mediados del primer milenio a. C., se cultivaban las letras y las artes; eran los llamados Templos de las Musas. Las más importantes colecciones de libros se atesoran en las escuelas filosóficas que empezaron a funcionar primero en Mileto y, a continuación, en Croton (de Pitágoras), en la Academia de Platón y en el Liceo de Aristóteles. En esa época, las bibliotecas son edificios en forma de templo en cuyo interior dominaba la estatua de la diosa Atenea o de Apolo. Esa tradición seguirá predominando, también, en toda la era helenística, siendo su muestra más representativa las Bibliotecas de Alejandría y de Pérgamo (dinastía de los Átalos).
Los Romanos construyeron la primera biblioteca pública en Roma en el año 43 d. C., siguiendo la tradición arquitectónica griega pero con algunas diferencias: Queriendo igualar ambas lenguas, crearon dos edificios separados pero de forma idéntica en los que se guardaban los archivos en griego y latín, respectivamente.
Durante la Edad Media, tanto en Bizancio como en los Estados de Europa Occidental, concebían las bibliotecas de la civilización grecorromana como unos “cuerpos inánimes”, por lo que estas poco a poco han ido quedándose en el olvido. El conjunto de libros y documentos cristianos era guardado en los múltiples claustros fundados tanto en Oriente como en Occidente sin que los espacios que atesoraban este material valioso presentaran un interés arquitectónico especial.
En la época del Renacimiento se observa un giro espectacular debido al enlace obtenido entre la literatura del antiguo mundo griego y el cristiano. Así, las bibliotecas recobran su esplendor antiguo como “templos del conocimiento”, se recupera su estructura en forma de templo y se igualan a las iglesias y los claustros. Es la época en la que vuelve a aparecer la tradición de la “biblioteca doble” albergando dos secciones (griega y latina) en el mismo espacio. Además, con la invención de la prensa de imprenta y la consiguiente divulgación del libro, las bibliotecas van paulatinamente adquiriendo la forma que mantienen hasta nuestros días.
Más de 200 objetos y piezas con reseñas y comentarios, dibujos arquitectónicos originales, representaciones de monumentos y bibliotecas, material fotográfico y grabados auténticos datados del s. XV, animan al público a explorar y conocer la evolución de la morfología de las bibliotecas a través de los siglos, por medio de representaciones arquitectónicas del Liceo de Aristóteles y la Academia de Platón o de las bibliotecas monumentales de la época romana, tales como la Octavia o la de los emperadores Trajano y Adriano.
La exposición, que fue inaugurada el pasado 1 de diciembre y quedará abierta hasta el 8 de enero, está a cargo del curador Spiros Staikos, arquitecto e historiador especializado en Historia del libro, quien acaba de publicar un libro con el homónimo título de la exposición.
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