Ernest Ziller (1837 Radebeul -1923 Atenas), arquitecto alemán, es el artífice de la “fachada neoclásica” de Atenas. Llevan su firma casi 600 edificios  en todo el país, de los cuales la mayoría en Atenas. Ziller desarrolló su trabajo exclusivamente en Grecia, por lo que se puede decir que fue él quien definió lo identidad arquitectónica de Atenas, pero también de otras ciudades provinciales, como Egio, Gytheio y Ermúpoli.

Atenas en el siglo XIX no era más que un pequeño pueblo. Fue Ziller quien pudo transformarla en una ciudad europea dotándola de una fisionomía europea y una estética marcada por su pasado histórico.  Su pasión por la arqueología dio lugar al llamado estilo “ecléctico”  en el cual se cruzan el griego clásico con el noerenacentismo italiano.  Ziller llegó a Grecia a la edad de los 24 años para supervisar los trabajos de construcción de la Academia, diseñada por su mentor danés Teófilo Hansen. Rápidamente consiguió introducirse en los salones de Atenas para convertirse en el arquitecto favorito de la burguesía de la época, sin el apoyo de la cual Atenas se hubiese privado de sus maravillas neoclásicas, comparables a las de Viena y de Europa.

En los primeros años de su estancia en Grecia, Ziller viajó por todo el país para conocer sus tesoros arqueológicos y en 1872 fue nombrado profesor de la Escuela de Artes, precursor de la actual Universidad Politécnica de Atenas. Encargado de diseñar el palacio de verano en Tatoi y luego el palacio del príncipe heredero, Ziller  atrajo a las élites de la época que le encomendaron la construcción de sus mansiones y sus villas de verano. Paralelamente, diseñó una serie de edificios públicos y municipales, así como iglesias. 

Entre sus obras más eblemáticas destacamos el Teatro Nacional(antes real) de Atenas, los teatros de Patras y Zakynthos (han sido demolidos), el Museo de Olimpia, el Chimío, la iglesia de San Lucas en la calle Patissíon y la Mansión Sliman (hoy Museo Numismático de Atenas),  aunque la catalogación completa de todos sus proyectos todavía no ha sido posible.

Independientemente del número de los edificios construidos, que deben exceder los 600, Ziller constituye un capítulo de particular importancia de la arquitectura moderna de Grecia porque su obra arquitectónica se caracteriza por un impulso creativo y un sentido de libertad artística.

Respetuoso con la historia y el pasado, procuró mantener en la arquitectura de los edificios públicos el espíritu del clasicismo griego, mientras que en la arquitectura eclesiástica trató de preservar la tradición bizantina.

Finalmente, el hombre que dio techo a toda la burguesía ateniense, él mismo se quedó sin hogar, ya que la mala gestión de sus negocios le llevaron a la bancarrota perdiendo su casa en manos de una gran compañía aseguradora de la época.



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