El poema de esta semana es de uno de los grandes poetas de la literatura neohelénica Kostís Palamás (1859-1943). Según Dimitris Angelís “la vigorosa figura de Kostís Palamás, líder indiscutible de la generación de 1880, impuso con su prestigio, aunque no sin coste personal, la poesía en dimotikí (el habla diaria, común) Buena muestra del prestigio de Palamás –entre cuyos admiradores se encontraba Unamuno – es que su entierro, en el que Sikelianós leyó su célebre oración fúnebre que comenzaba con la frase «En este féretro (ataúd) se apoya Grecia», se convirtió en una manifestación contra la ocupación nazi”.
La muerte de los antiguos
«Están encerrados aquí, entre las tumbas.
Están ocultos entre los manuscritos.
-¡Que la creación no llore por ellos como si hubiesen muerto!-
¡Oh las fuentes diáfanas del Pensamiento,
los cielos clarísimos del Arte,
los Inmortales y los Hermosos!
Son los maestros de la Verdad,
los seguidores de la intacta Belleza,
ancianos, ilesos, completamente jóvenes
y soles que se te entregan para que goces
siempre de ellos en la frescura de un abril.
Los Inmortales y los Hermosos.
Desde las playas de Jonia
y desde el cielo de Atenas que todo
lo convierte en espíritu cuando respira,
y desde la tierra inmaculada de Grecia,
la Sabiduría, la Palabra, el Ritmo.
Los Inmortales y los Hermosos.
Son los Platón y, tras ellos,
los filósofos, héroes de la Idea,
y la Virtud con ellos va diciendo: «Soy la valentía».
Son los Horneros y, tras ellos,
todos los cantores y los creadores de los Olimpos.
¡Los Inmortales y los Hermosos!
Abandonan su última patria
impulsados por un soplo en verdad impetuoso.
Se convierten en gitanos y hebreos,
pero siempre son vencedores, aunque sin casas.
Y se convierten en ciudadanos del mundo,
los Inmortales y los Hermosos».
Texto: D.P.
Etiquetas: Literatura | poesía