El Parlamento griego adoptó el jueves pasado (21 de julio) la nueva ley electoral que garantiza una representación más justa de las formaciones políticas, reduce la edad de votar a los 17 años de los 18 actualmente y suprime la prima de los 50 escaños que el anterior sistema “regalaba” al partido más votado. Mantiene, sin embargo, el límite del 3% de votos que un partido debe superar a nivel nacional para que obtenga representación parlamentaria y sigue sin regular el sufragio por correo para los ciudadanos griegos que viven fuera del país.
 
Dichas modificaciones fueron adoptadas por una amplia mayoría de 179 diputados pero no la necesaria (200 escaños sobre un total de 300) para que
sean aplicadas en las próximas elecciones. Así que los cambios aprobados serán introducidos después de la próxima elección general. Solamente la reducción de la edad de votar tendrá un efecto inmediato.
 
Con estas modificaciones el Gobierno responde a una “reivindicación histórica de la izquierda, solicitada también por una amplia mayoría social”, poniendo al mismo tiempo punto final al ciclo político bipartidista que se inició en 1974, según las palabras del Primer Ministro, Alexis Tsipras, quien destacó que “podemos pasar del bipartidismo estéril del pasado a un bipartidismo fructífero de gobiernos de coalición”.
 
Con estas palabras Tsipras contestaba a las duras críticas de la oposición para quienes el escrutinio proporcional es sinónimo de “la ingobernabilidad” en un momento crítico en que el país necesita “estabilidad y soluciones democráticas, impidiendo a los extremos que puedan jugar el papel de bisagra”. Además, la oposición acusó al Gobierno de no haber incluido en la ley otros temas importantes, como la financiación de los partidos políticos o el voto por correo.
 
Históricamente en Grecia han sido aplicados distintos sistemas electorales. Un breve repaso nos permite distinguir que desde 1844 hasta 1923 regía el sistema mayoritario el cual atribuye todos los escaños de una circunscripción al partido más votado, mientras desde 1926 hasta 1956 han ido alternándose ambos sistemas, es decir el mayoritario y el proporcional. A partir de 1956 hasta hoy se ha aplicado el denominado sistema de “proporcional reforzada” en distintas versiones pero todas con el mismo objetivo, que no era otro que reforzar el primer partido para obtener gobiernos de mayorías estables. 
 
VOULH OLOMELEIALas últimas tres leyes (1990, 2004, 2008) servían claramente a estos objetivos pero con distintas reglas cada una. Sin entrar a detalles de cómputo, podemos subrayar que todas ellas, aunque en el primer escrutinio distribuían los escaños de forma proporcional, regulaban “los restos” (votos que exceden del cociente electoral) siempre a favor del partido más votado (prima de 40 y, más tarde, de 50 escaños). Esta regla más la barrera del 3% dejaban una considerable cantidad de votos sin traducirlos políticamente en nombre siempre de la gobernabilidad y la estabilidad gubernamental.
 
Es de destacar que el reformado artículo 54 de la Constitución griega, establece que el sistema electoral se define por ley que entra en vigencia después de las primeras elecciones generales, salvo si el Parlamento decide por mayoría de dos terceras partes que tenga un efecto inmediato; en este caso la ley se aplica en las primeras elecciones que siguen tras su adopción, cosa que no ocurrirá con la ley de la semana pasada ya que no se logró la mayoría requerida de los 200 escaños.

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