Nacido en una familia acomodada de banqueros escoceses afincados en Ámsterdam, Thomas Hope (1769-1831), un apasionado coleccionista de arte, filósofo y escritor, había hecho el «Grand Tour», el tradicional viaje a Grecia y Turquía que seducía a los jóvenes de su clase durante el último cuarto del siglo XVIII.

El «Grand Tour«, (escrito de la misma manera en inglés y en griego), era un largo viaje considerado ineludible para los jóvenes de las altas clases de la sociedad europea -en particular la británica y la alemana-, durante los siglos XVII y XVIII. Era concebido como un medio para que los jóvenes de la época completaran y perfeccionaran su educación, justo después o durante sus estudios que entonces se basaban en las civilizaciones griega y latina.

Thomas Hope fue un gran amante de las artes y poseía unas colecciones únicas de antigüedades, esculturas y pinturas europeas. Un generoso filántropo y un experto en el campo de la arquitectura y la decoración que ha roto los cánones artísticos de su época, dejando una impronta indeleble en el período de la Regencia.

La exposición, que seguirá desarrollándose en el Museo Benaki hasta el 25 de septiembre, presenta las obras de Hope consagradas a la capital del Imperio Otomano: vistas topográficas y panorámicas de Estambul tomadas desde diferentes puntos de la ciudad, monumentos, templos, palacios otomanos, salas de harenes, puertas, mezquitas, el Bósforo o los barcos de ocio del Sultán. En algunas de ellas registra con todo detalle aspectos insólitos de los bazares y mercadillos de la ciudad, sus cafés, la fisionomía de hombres y mujeres con niños, detalles arquitectónicos; y todo ello acompañado de largas y pertinentes explicaciones, así como de comentarios acertados.

thomas hope

Las obras son de excelente calidad, ya que Thomas Hope fue un diseñador excepcional, un pintor virtuoso con una precisión que le permitió a pintar hasta miniaturas. Sin embargo, la importancia de la colección no se limita al placer estético que ofrece a los amantes del arte; sus diseños constituyen un tesoro único y un testimonio visual imprescindible para los estudiosos del período otomano.

¡Una mirada estética a la capital del Imperio Otomano que no debe perderse!

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