La Asamblea General de la ONU adoptó, el pasado 9 de diciembre, una resolución sobre “la devolución de bienes culturales a sus países de origen”, haciendo por primera vez mención directa al retorno de las esculturas del Partenón. Se trata de una recomendación del Gobierno griego avalada por 74 Estados, entre los cuales numerosos Estados-miembros de la UE, un número importante de países de América Latina, así como algunos Estados árabes y africanos.

La resolución refuerza los argumentos a favor de la restitución de bienes culturales, así como los esfuerzos que apuntan a la protección del legado cultural. Los Frisos del Partenón, conocidos también como “mármoles de Elgin”, son las esculturas de mármol que el Lord Elgin, a la sazón cónsul británico en Constantinopla, había arrancado violentamente del Partenón enviándolas a Londres entre 1801-1802. Desde 1816, las esculturas se encuentran en el Museo Británico.

Según la representante de Grecia, Katerina Bura, la resolución llega en el momento oportuno, ya que últimamente se están multiplicando los casos de tráfico de bienes culturales y se extiende la magnitud del crimen organizado al respecto y, por consiguiente, la venta en subastas y el blanqueamiento de dinero en el mercado de antigüedades. Katerina Bura dijo sentirse “ofendida y horrorizada” por la destrucción y el saqueo sin precedentes de monumentos de culto y de bienes culturales en Iraq, en Siria y en otras partes. Numerosas comunidades multiétnicas han visto su patrimonio amenazado por actos de barbarie.

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La resolución, dijo la representante griega, refleja la preocupación de la Asamblea General por la constante destrucción, robo, saqueo o desplazamiento ilícito de bienes culturales, particularmente en zonas de conflicto bélico y zonas ocupadas. El proyecto condena los recientes ataques y hace un llamamiento para el cese inmediato de tales actos evocando la Convención de La Haya de 1954 y sus dos Protocolos.

La comunidad internacional, concluyó Katerina Bura, “asume la responsabilidad compartida de proteger el legado cultural en tiempos de paz y, también, en tiempos de guerra. El legado cultural de cada nación es testigo de su recorrido histórico y de su identidad; es el espejo de su historia y la quintaesencia de su existencia. Representa no solamente los valores y tradiciones específicas de cada nación sino, también, la manera única a través de la cual ella percibe el mundo. Es la razón por la cual el patrimonio cultural debe ser protegido contra cualquier acto ilícito y devuelto a su entorno histórico porque solamente ahí puede inspirar la conciencia colectiva de la humanidad. Y esta es la razón principal por la que los objetivos de la resolución no deberían dejar indiferente a ningún Estado”.

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