Declarados Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1990, estos tres monasterios, pese a hallarse distantes entre sí -el primero está emplazado en Ática, cerca de Atenas, el segundo en Fócida a 67 km de la capital, no lejos de Delfos, y el tercero en Quíos, una isla del Egeo próxima a Asia Menor- presentan características tipológicas y estéticas comunes. Los tres monasterios son ejemplos sobresalientes de una construcción típica del período medio de la arquitectura bizantina. Sus iglesias de planta central poseen una amplia cúpula sustentada por trompas de ángulo que definen un espacio octogonal. En los siglos XI y XII fueron soberbiamente ornamentadas con mármoles y magníficos mosaicos de fondo dorado, característicos de la “segunda edad de oro” del arte bizantino. 
 
Nea Moní, con su iglesia octogonal sin espacios añadidos, tiene la expresión más simple, mientras que Osios Lukás y Dafní son más complejos: ambos conjuntos incluyen un espacio octogonal central rodeado por una serie de trompas de ángulo que forman un cuadrado. Esa estructura más elaborada define una jerarquía de volúmenes y funciones que contribuyó a poner en práctica un ambicioso programa de la iconografía y la decoración. 
 
El Monasterio de Dafní, ubicado en el antiguo camino sagrado que conduce de Atenas a Eleusis, reemplazó un templo dedicado a Apolo Daphneios que había sido destruido en el 396 d. C. Durante el siglo V, en el reinado de Justiniano (527-565) se construyó en el mismo lugar una basílica. Se formó un recinto cuadrado de 97 m. del cual la mayor parte de la pared norte, que originalmente media 8 m de altura, se preserva hasta nuestros días. Este primer monasterio, del que han sobrevivido diversos restos arqueológicos, fue abandonado durante las invasiones eslavas de los siglos VII y VIII. No fue sino hasta 1100, cuando el Imperio Bizantino alcanzó su apogeo bajo Alejo I Comneno, que ha podido levantarse de sus ruinas. La iglesia fue construida en esa época y magníficamente decorada con mosaicos que representan la Dormición de la Virgen. Saqueada por los cruzados francos en 1205, el monasterio fue entregado a la abadía cisterciense Bellevaux por el duque de Atenas, Otto de la Roche, en 1207. Los monjes cistercienses construyeron un claustro y remodelaron el nártex y la pared del recinto, pero no tocaron los mosaicos. Más tarde, Dafní fue recuperado por los monjes ortodoxos después de que Atenas fuera tomada por el sultán otomano Mehmet II, en 1458. El monasterio ha sido objeto de diversas restauraciones desde 1888. 
 
El Monasterio de Osios Lucás se encuentra a 37 km de Delfos, en el flanco occidental del monte Helicón: aquí es donde un eremita llamado Lukás opta por establecer, en 946, una capilla en medio de las ruinas de un templo antiguo dedicado a la diosa Deméter. El eremita Lucás murió en 953. Un libro sobre su vida menciona una primera iglesia dedicada a Santa Bárbara y la construcción de otra posterior destinada a los peregrinos (segunda mitad del siglo X). La topografía del gran recinto poligonal del monasterio, cuyos edificios están dispuestos en un plano irregular a lo largo de un eje este/oeste, todavía lleva las huellas de las sucesivas adiciones y ampliaciones que se han hecho. El gran volumen de la cúpula central, con un diámetro de 9 m, está soportado en los tres lados por bordes laterales abovedados. El plan transversal cuadrado de la iglesia y la forma del ábside son unas de las creaciones más perfectas de la arquitectura bizantina. La iglesia está llena de tesoros iconográficos que forman, por su magnitud y consistencia, un conjunto casi único. Su rico decorado con mosaicos, frescos y superficies de mármol crea un conjunto en el que predomina el lujo y la armonía. 
 
 
La construcción del monasterio de Nea Moní de Quíos está bien documentada: está vinculada a uno de los eventos más importantes en la historia bizantina. Constantino el Gladiador, un noble que vivía en el exilio, escuchó a dos monjes de la isla de Quíos, Nicetas y Juan, decir que se convertiría en emperador. Tras casarse con la emperatriz Zoe, de sesenta y cuatro años y viuda dos veces, y convertirse en emperador con el nombre de Constantino Monómaco recordó la predicción de los dos monjes y fundó el monasterio, en 1045. Eligió para este propósito un valle de Quíos, en las laderas del Monte Aetós, y dotó su fundación de bienes y privilegios. La cúpula, de aproximadamente 7 m de diámetro, no tiene espacios laterales, pero se encuentra entre un santuario y un nártex precedido por un exonártex con ábsides laterales. La arquitectura de tipo rústico es complementada por los mosaicos de estilo primitivo que reflejan una ligera influencia oriental. Lejos del humanismo bastante abstracto de la decoración de Dafní y Osios Lukás, los personajes típicos representados en Nea Moní ofrecen un contrapunto estimulante de un arte más ingenuo, una transcripción popular de los grandes modelos heredados de Constantinopla. 
  
 
 
 
 
 
 

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