Leonardo Padura (La Habana, 1955) es escritor, periodista y crítico . Ha escrito novelas, cuentos, guiones y ensayos. Es mundialmente famoso por su tetralogía Las cuatro estaciones, protagonizada por el detective Mario Conde. Ha recibido, entre otros, el Premio Hammett a la mejor novela negra (1997,1998 y 2006), el Café Gijón (1995) y el Premio Nacional de Literatura de Cuba (2012). Su novela El hombre que amaba los perros ha consagrado como uno de los mejores narradores a nivel internacional y le ha granjeado, entre otros, el Premio de la Academia de Atenas al mejor libro exttanjero en 2012.

¿Sus libros han sido traducidos a muchísimas lenguas y también han recibido muchos premios internacionales, se considera usted un “embajador” de la cultura cubana en el mundo?
No quisiera tener esta responsabilidad. Creo que soy un escritor que trata de hacer su trabajo con la mayor responsabilidad posible. Yo siempre digo que no soy el escritor de más talento de mi generación en Cuba, pero seguramente soy el más trabajador y el trabajo da resultados. Por lo tanto creo que el esfuerzo hecho a todos estos años, me ha permitido poder tener una cantidad de obras que he podido mostrar. He tenido la suerte de encontrar unos muy buenos editores en España que han hecho un trabajo muy importante porque son editores y agentes. Mis libros, fuera de España han sido traducidos a casi 20 lenguas, incluido el griego. En algunas me ha ido muy bien. En alemán por ejemplo me ha ido muy bien, en francés me ha ido muy bien. En Grecia fue una sorpresa el año pasado que mi libro fuera premiado como la mejor novela extranjera, incluso que la traducción estuviera entre las finalistas a las mejores traducciones de lengua extranjera publicadas en Atenas. Eso es una responsabilidad porque me convierte en un escritor cubano con una presencia internacional importante. Pero no me gustaría, y me costaría trabajo, sentir que represento otra cosa más que a mí mismo. Esto puede parecer egoísta, pero no lo es… Es que yo he luchado mucho por, viviendo en un país sosialista, por ser independiente. Por tener una independencia que me permita escribir mis novelas con independencia, decir las cosas que pienso. Esa independencia pasa por lo económico, pasa por lo político, pasa por lo literario, entonces creo que verme como representante de algo tan importante, algo que me supera como es la literatura cubana, me da un poco de temor y un poco de miedo.
¿ Usted es también periodista y crítico de literatura, le resulta fácil aceptar una crítica sobre sus obras?
Si no la aceptara, sería yo muy poco inteligente y ademá sería cínico porque yo mismo he practicado la crítica literaria. Pero cuando la crítica se hace desde posiciones políticas y en Cuba todo está politizado, a veces me molesta. Me molesta que unos sientan que hagan una valoración política de un libro más que una valoración literaria. Cuando se hace una valoración política hay un juicio previo, es decir tú tienes ya ideas políticas y esas ideas políticas las llevas a ese libro y te funcionan o no y a partir de ahí valoras ese libro. Muchas veces resultan ofensivas estas críticas y esto, sí me molesta. Pero mientras sea en término de discusión artística, estética, literaria, me parece incluso necesaria. Cuando estoy escribiendo mis libros tengo, un grupo de lectores, que son personas que en las que tengo mucha confianza en sus opiniones, a las que le voy dando las versiones de mi libro. A veces me hacen críticas muy fuertes pero estas críticas me ayudan muchísimo a terminar mis novelas. La visión exterior de un libro por un lector inteligente es muy importante porque te ayuda a poder decir lo que estás pretendiendo decir con esta novela.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración cuando escribe sus libros?
Las fuentes de donde salen los libros de inspiración son imprevisibles. Me pasó una vez que estaba viendo una película y una cena de la película me dio la idea para escribir una novela. Otra vez estaba leyendo un pequeño texto de un escritor cubano y una línea me dio la idea para escribir una novela. A veces la propia realidad, lo que uno mira o una síntesis de cosas que pasan en la realidad te sirven para escribir una novela. Es decir que no hay una sola fuente de donde puedan salir estos libros.
¿Tiene usted puntos de común en su personalidad con Mario Conde?
Sí y no. Mario Conde no es mi alter ego. Es un hombre de mi generación que ha vivido las experiencias que he vivido yo en Cuba en la misma época, en la misma zona de la Habana, en el mismo barrio, pero él es una personaje de ficción con un oficio completamente diferente al mío. Pero, tenemos una afinidad por la misma literatura, nos gusta el baseball… En fin tenemos muchos puntos de contacto. Mario Conde me sirve de intérprete de la realidad cubana que yo estoy viviendo. Lo pongo a actuar en las novelas para que un poco sea quien exprese, quien explique, quien viva esa realidad cubana en la síntesis que es una novela. En la novela que acabo de terminar que sale en septiembre en España y se llama “Herejes”, Mario Conde tiene igual que yo 57 años. Ya no tiene 35 como en Máscaras y en las primeras. No solamente él ha cambiado, Cuba ha cambiado.
¿Dado su origen cubano y su presencia en Grecia, qué similitudes y qué diferencias ha detectado entre los dos pueblos?
Culturalmente Cuba es un país muy occidental. En Cuba eran indios muy primitivos que fueron exterminados muy rápidamente. El componente europeo que llega a Cuba es muy importante. El otro elemento que llega es el africano. Pero los africanos, como vienen como esclavos, no podían traer de su cultura material. Además, eran culturas que muchas veces no tenían la escritura. ¿Qué fue lo que aportaron los africanos a la cultura cubana fundamentalmente? Su religión y la música. Cuba, por supuesto, tiene una relación directa con Europa y el origen del concepto europeo y el occidental de la cultura está en Grecia. Es decir, que hay una relación directa con la antigua cultura griega. El panteón religioso de Santería que se practica en Cuba es igual que el de los antiguos griegos. Entonces, muy curioso que en Cuba hoy una persona tenga una relación con los dioses igual que la que tenian los griegos hace 25 siglos. Son dioses que influyen en la vida de las personas, influyen en los destinos. Son dioses que tienen peleas y relaciones entre ellos, igual que el panteón griego. Eso hace que haya un salto de dos milenios y medio entre dos culturas y además en un momento que eran desconocidas. Los griegos no conocían a estos africanos y por supuesto los africanos no tenían idea de quienes eran los griegos. Sin embargo hay una fusión de lo occidental con lo africano en Cuba en algo tan importante para el individuo como es la religión. La otra es que la cultura y la sociedad griega es el resultado de muchas mezclas. Ustedes están en el centro del Mediterráneo. Nosotros estamos en el centro del Mediterráneo americano, que es el Caribe. Eso hace que tengamos una relación con respecto a la forma de ver la vida, de entender la realidad, de comunicarnos, muy parecida, porque las culturas que son resultado de mezcla, son culturas abiertas.Yo leo las novelas de Márcaris y muchas veces me parece que se está referiendo a Cuba. Cuando te lees una novela de los autores escandinavos te da cuenta de que son completamente distintos. El hijo cumple 18 años se va a vivir a otra parte y el padre nunca más sabe de él y eso es lo más normal del mundo, y cada cual vive encerrado en su casa. En las novelas de Márcaris y en las novelas mías todo el mundo anda caminando por la calle, gritándole al otro, comiendo algo en una esquina porque forma parte de una identidad que tiene mucho que ver con esta mezcla.
¿Cree usted que su héroe, Mario Conde podría ser amigo del héroe de Márcaris, el comisario Jaritos y Pepe Carvalho de Montalbán?
¡Sí, tienen mucha relación! 

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