Cerca de Vergina, al norte de Grecia, se descubrieron el siglo XIX los vestigios de la ciudad de Egás, primera capital del reino de Macedonia. El monumental palacio real, profusamente ornamentado con mosaicos estucos pintados, y la necrópolis, que cuenta con más de 300 túmulos, algunos de los cuales datan del siglo XI a.C., son los restos más importantes hallados. Una de las sepulturas reales, el Gran Túmulo, sería la de Filipo II, que con la conquista de todas las ciudades griegas preparó la expansión del mundo helénico llevada a cabo por su hijo Alejandro.
 
 
Vergina ofrece un testimonio excepcional de un significativo período de la historia de la civilización occidental: el paso de la ciudad-Estado de la era clásica a la organización imperial del mundo helenístico y romano, como lo ilustra de manera notable la impresionante serie de tumbas reales descubiertas en Macedonia, con sus ricos muebles. Las pinturas de Vergina son de muy alta calidad y de gran importancia histórica. 
 
La antigua ciudad, al pie de las colinas del norte de la región montañosa de Pieria fue la capital de Macedonia, Egás, fue fundada por Perdicas I cuando los macedonios se extendieron desde Argos hasta la llanura de Émacia. Esta región fue ocupada a principios de la Edad del Bronce (tercer milenio a.C.), como se muestra por un túmulo funerario ubicado cerca del río Aliácmonas. La densidad de túmulos, más de 300, y su riqueza dan fe de la importancia de Egás en la temprana Edad del Hierro (1100-700 a.C.).Como capital del reino de Macedonia y sede de la corte real, Egás fue el centro urbano más grande en la región durante todo el período Arcaico (800-500 a.C), en los siglos siguientes las ofrendas funerarias de una serie de tumbas de los siglos VI y V a.C. muestran los intercambios comerciales con los centros griegos jónicos del Este y con el Sur; y a finales del siglo V Arjélaos atrajo a la corte a artistas, poetas y filósofos venidos de todo el mundo griego. 
 
Aunque el centro administrativo fue trasladado a Pella en el siglo IV, Egás mantuvo el papel de capital sagrada del reino macedonio agrupando los lugares tradicionales de culto y las tumbas reales. En el teatro de esta ciudad Filipo II fue asesinado en el año 336 a.C.y Alejandro Magno fue proclamado rey. Las rabiosas luchas entre los herederos de Alejandro (Diadocos) tuvieron un impacto negativo en la ciudad, y continuó su decadencia con la conquista del Imperio macedonio por los romanos en el año 186 a.C. Sin embargo, la ciudad fue reconstruida y sobrevivió hasta el comienzo del Imperio romano. Entre los siglos II y V, la población se trasladó gradualmente desde la cadena de montañas de Piería hacia la llanura, por lo que en aquel sitio no quedó más que un pequeño asentamiento cuyo nombre Palatisa (el Palacio), fue el único testigo de su grandeza pasada. 
 
El monumento más importante descubierto hasta ahora es el palacio que se encuentra situado en la meseta inferior próxima a la Acrópolis. Este edificio, construido en dos y tal vez hasta tres niveles, está centrado en un gran patio flanqueado por columnas dóricas. Las habitaciones fueron utilizadas para fines religiosos, administrativos o políticos. Al norte, una gran galería daba acceso a la escena del teatro, que formaba parte del complejo del palacio, y a toda la llanura macedonia. El palacio estaba maravillosamente decorado con mosaicos en los suelos, murales y elementos de madera tallada. También al norte se encuentra el santuario de la diosa Efclia y pequeños templos de los siglos IV y III que contienen bases de estatuas con inscripciones de los nombres de los miembros de la familia real macedonia. 
 
La parte más conocida del sitio arqueológico es su necrópolis, de más de 3 km, y cuyo centro está formado por el Cementerio de los túmulos. Un importante grupo de tumbas de los siglos sexto y quinto a. C., propiedad de los miembros de la dinastía macedónica o su corte, está al noroeste de la ciudad antigua. Estas tumbas contenían un rico ajuar funerario, incluyendo objetos importados. Uno de ellos, datado alrededor de 340 a.C., contenía un impresionante trono de mármol, que se identifica como el de Eurídice, madre de Filipo II. El túmulo más impresionante es el situado bajo una colina artificial de 110 m de diámetro y 13 m de altura, donde fueron descubiertos cuatro tumbas reales excepcionales. Una de ellas contiene pinturas murales que representan el rapto de Perséfone, que se cree que es la obra del famoso pintor Nikómaco. Dos de las tumbas estaban intactas y contenían magníficas ofrendas funerarias. En la tumba II, el cuerpo fue encontrado en un lujoso ataúd de oro que pesaba alrededor de 11 Kg. Estos restos fueron identificados como los de Filipo II, padre de Alejandro Magno, que consolidó el poder macedonio. La tumba tiene un importante friso atribuido al famoso Filoxène de Eretria. 
 
 
 

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