La jornada más tensa de los últimos años vivió hace dos días el Parlamento griego. Poco antes de las 2 de la madrugada del miércoles dio luz verde al tercer memorándum, con una mayoría aplastante de 229 diputados contra 64 votos negativos y 6 abstenciones. Aunque es el primer memorándum que se aprueba con una mayoría tan amplia, sin embargo se dio la paradoja de que todos coincidieron en calificarlo de «malo». Otra paradoja es que entre los que han optado por el «no» se encuentran 32 diputados del partido gobernante de SYRIZA, lo que abre una brecha difícil de cerrar en el interior de la Coalición de la Izquierda Radical.
El acuerdo aprobado fue el resultado de una duras negociaciones maratonianas, el pasado fin de semana, entre Grecia y los Jefes de Estado y de Gobierno del Eurogrupo, en el curso de las cuales la prespectiva del «Grexit» se barajaba entre las soluciones propuestas principalmente por el Gobierno alemán y los países europeos del Norte y Este. La presión ejercida sobre el Gobierno griego en esta reunión fue tal que llevó a muchos políticos y líderes de opinión a hablar de un «golpe de estado» (¡This is a coup!). El Primer Ministro, Alexis Tsipras, como él mismo precisó, no tenía otra opción que escoger entre «un acuerdo malo, la quiebra o la desordenada salida del euro».
La aprobación de dicho acuerdo había sido impuesto por la Eurozona como requisito necesario para que Grecia pudiera seguir negociando su tercer rescate. Otro requisito pactado que tendrá que cumplir Grecia es un segundo acuerdo que será sometido al voto parlamentario la semana que viene.
Este acuerdo calificado por todos de «malo» se traduce en un nuevo plan de austeridad de inusitada dureza, con medidas como subidas del IVA, nuevos cambios fiscales, reformas del sistema de pensiones, que reforzarán la tendencia hacia la recesión de la economía del país. Es de anotar al respecto que el Ministro de Finanzas, Euclides Tsacalotos, reconoció en su discurso ante el Parlamento que «la mañana del lunes (momento de la firma) fue el momento más difícil de mi vida y aún no sé si hicimos lo correcto». Más dura aún fue la Presidenta del Parlamento, Zoí Konstantopulu, quien habló de «un día negro para la democracia» y pidió a los parlamentarios «rechazar el chantaje».
Numerosos comentaristas insistieron en el «carácter punitivo» del comportamiento de gran parte de los socios europeos frente a Grecia por el rotundo «no» en el referéndum del 5 de julio. Otros afirman que, a pesar del «mal acuerdo», Tsipras ha logrado plantear en el orden del día de la agenda europea cuestiones como la fisionomía de Europa, el sentido de la soberanía nacional, el rechazo de la austeridad o las nuevas alianzas que se entreven en el seno de la U.E. con motivo de la actitud de Francia e Italia que ha sido ampliamente discutida.
Volviendo al esenario interno de Grecia, el «no» de 32 diputados de SYRIZA entre los cuales tres ministros, presagia una remodelación del Gobierno para los próximos días, así como la eventualidad de elecciones anticipadas para el otoño. La incertidumbre seguirá reinando en todos los frentes en este verano tan diferente para los griegos que, por el momento, parten de vacaciones con los bancos cerrados.
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