La isla de Siros está situada casi en el centro del archipiélago de las Cícladas, en aguas del mar Egeo, rodeada al este de las islas de Andros, Tinos, Mykonos, Naxos, Paros, al oeste de Sifnos, Serifos, Kythnos, Kea y de Yaros al norte. Desde la colina de Ano Syros, uno puede contemplar todas estas islas e inmediatamente se entiende por qué la isla prosperó y se desarrolló en importante centro administrativo, comercial, intelectual y cultural. Isla salvaje y rocosa, pero con belleza particular, Siros revela al visitante, a cada paso, su historia gloriosa. Su capital, Hermópolis (Ermúpolis en griego), es tambien la capital de la periferia de Egeo meridional.
El nombre de «Siros» se deriva del fenicio “Ousyra” que significa “feliz” o del también fenicio «sur” que significa “roca”, ya que sus primeros habitantes fueron los fenicios. La primera mención histórica nos viene de Homero que se refiere a la isla como «Siríi«. Precisamente, durante el siglo V a. C., los fenicios se instalaron en Siros y transformaron la isla en una potencia comercial. En la región de Kastrí y de Calandrianí, se han descubierto tumbas y pueblos de cultivadores que datan del cicládico; este es el período durante el cual se expandió la gran civilización de Siros-Keros. Siros era uno de los centros más importantes de las Cícladas. Con la colonización Jónica, se funda la población de Hermópolis que, más tarde, fue conquistada por los persas, romanos, francos y turcos, dejando cada uno su propio estigma cultural.
En época medieval, la isla, al igual que el resto de las Cícladas, fue ocupada por los venecianos que convirtieron a la mayor parte de la población en la religión católica y transfomaron Siros en un relevante centro comercial del Mediterráneo oriental. En la actualidad, la población de Siros conserva un alto porcentaje de católicos en relación con el resto de Grecia, país mayoritariamente ortodoxo. En 1537, Siros fue ocupada por los otomanos, pero se autogobernaba con un estatuto privilegiado y, durante la guerra de independencia de Grecia de 1821, la isla pasó bajo protección francesa, convirtiéndose en un refugio para todos los griegos que eran perseguidos por los turcos.
Después de la guerra de 1821, se produjo el auge económico de Ermúpolis nombre que debe a Hermes, el dios antiguo del comercio. Aqui se estableció un grupo de refugiados de Psará, Chios, Creta y Asia Menor, que transfirió su actividad naval y comercial a la isla. Por eso, hasta el comienzo del siglo XX Siros disfrutará de un gran desarrollo comercial, marítimo y cultural. Precisamente, desde 1830, se desarrollaron tantas fábricas e industrias en Ermúpolis que Siros se convirtió en la primera ciudad industrial en Grecia. Al mismo tiempo, fue construido el primer puerto con enormes almacenes y aduanas, diseñados por arquitectos alemanes. Ermúpolis debe su desarrollo marítimo principalmente a la acción de la “Compañia de Navegación Griega” fundada en 1856 y a sus astilleros. Se estima que en esta época, más de 2.000 barcos fueron construidos en Siros. Así, del siglo XIX al siglo XX Ermúpolis vio florecer rápidamente su economía y cultura; fue un período de gran prosperidad para Siros y sus habitantes y la isla se convirtió en puente entre Oriente y Occidente. Hoy, Siros (con una población de 25.000 habitantes, ortodoxos y católicos) es el centro administrativo y la capital de las Cícladas.
Ermúpolis: Capital de la isla y de la antigua prefectura de las Cícladas, está geográficamente situada en el centro de una región conocida por su tradición del arte de construcción. Edificios señoriales y neoclásicos forman esta bella ciudad. Sin duda, Ermúpolis debe mucho a los arquitectos e ingenieros, griegos y extranjeros, que trabajaron en Grecia en el siglo XIX, como el arquitecto alemán Johann Erlacher y el escultor de la isla cercana de Tinos, G. Vitalis (1840-1901), quien dejó las huellas particulares de su trabajo, especialmente en las iglesias y el cementerio de la ciudad. Por último, artesanos italianos, que llegaron a la ciudad después de 1848, son los responsables de las decoraciones maravillosas de muchos edificios, como Pietro Sampo, arquitecto del club y del teatro de Siros.
Durante el período 1840-1860, la actividad de la construcción en la isla fue intensa. Importantes arquitectos (bávaros, italianos y griegos), influidos por las corrientes del clasicismo y el romanticismo, estaban creando el tipo de edificios que hoy llamamos «la arquitectura neoclásica de Syros”. En particular, el Teatro Apolo (que fue inaugurado el 20 de abril de 1864, con ‘Rigoletto’ de Verdi) es una muestra emblemática del desarrollo cultural de Siros y se dice que es una copia en pequeño de la Escala de Milán.
Lo más destacado de Siros
El Museo de Markos Vamvakaris: Debido a la importancia de su puerto marítimo, Siros fue una de las islas que más refugiados acogió tras las diversas guerras entre Grecia y Turquía, sobre todo la de 1922 (la llamada catástrofe de Asia Menor).
Algunos de los refugiados microasiáticos trajeron a Siros su música popular que, enriquecida con otros elementos, convirtió a la isla en una de las cunas de la música popular de “rebétika”.
Ano Siros fue la patria de Markos Vamvakaris, para muchos el mayor compositor de «rebética” de todos los tiempos y el primero en grabar un disco de este género musical. Una de las canciones más famosas de Vamvakaris tiene precisamente por título La Francosirianí (es decir, la muchacha de Siros, una canción de amor).El Museo de Markos Vamvakaris abrió sus puertas en 1995, 23 años después de la muerte del maestro de ‘rebétiko’. Se trata de una casa vieja de dos pisos, en la calle principal de Ano Siros, que fue renovada para dar cabida a objetos personales de Vamvakaris para todos aquellos que deseen conocer la vida y la obra del artista. El museo está abierto todos los días (mañana y tarde) durante los meses de verano.
El Ayuntamiento: El elegante y magníficamente conservado edificio de tres pisos es uno de los municipios más grandes del país. Obra del arquitecto alemán, Ernst Ziller, es la imponente estructura de la isla cuya construcción comenzó en 1876 y se terminó en 1898. De las notas del diario del arqueólogo, Heinrich Schliemann, sabemos que el Ayuntamiento fue construido por Ziller según las normas palaciegas homéricas copiando el palacio del rey Príamo de Troya.
La plaza Miauli: Durante el tiempo de su construcción (1860-1870), fue una de las plazas peculiares del siglo XIX. Hoy, junto con la Explanada de Corfú, es una de las mayores plazas pavimentadas de mármol en Grecia. Por la tarde, la plaza Miauli rebosa de gente en sus agradables cafeterías y terrazas. También, merece la pena visitar alguna de las iglesias cercanas a la plaza, mientras que en Vaporia, el barrio marinero, se puede pasear y disfrutar de su agradable ambiente.
Ano Siros: En la colina de San Jorge se alza la ciudad medieval veneciana, con sus innumerables callejones laberínticos y escalinatas que confieren un encanto especial a esta zona. Ano Siros recurrió a este tipo de arquitectura para protegerse de los continuos ataques de los piratas de la época. Aquí, no hay una plaza central y el punto de referencia por los visitantes es la avenida principal, la «Piazza«. También, en este barrio, en la cima más alta de la ciudad, se alzan la iglesia católica de San Jorge junto al palacio arzobispal (con documentos muy importantes que datan del siglo XVI), el monasterio de los Capuchinos y el monasterio de los Jesuitas.
Productos locales: Siros es conocida por sus productos pecuarios. El más famoso queso de la isla es el «San Mijali«, un queso bien curado hecho a base de leche de vaca. Producido exclusivamente en Siros, cuenta desde 1996 con una denominación de origen protegida.
No dejen de probar «kopanistí«, queso cremoso, elaborado con leche cruda (básicamente de vaca) sin tratamiento térmico. Además, Siros es famosa por sus especialidades dulces.
Entre ellas destacan las halvadópites (hechas de miel pura y almendras) o los deliciosos lukums (más de veinte especies) basados en la receta tradicional (una mezcla de agua, azúcar, almidón e ingredientes como mastija, bergamota, etc.) Otros productos locales son las salchichas de ajo y anís cuyo sabor intenso escolta perfectamente una cerveza o un vaso de vino tinto.
Conluyendo les aconsejamos degustar todas las recetas sirianas a base de ingredientes locales, como la alcaparra o el hinojo; enseguida se aficionarán a la gastronomía de Siros.
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