La crisis migratoria y de refugiados ha estado en el centro del encuentro informal entre los líderes de la UE y de África celebrado esta semana (11 y 12 de noviembre) en la isla de Malta. Alertada por las masivas olas de refugiados que amenaza con desmantelar el sistema Schengen, Europa busca soluciones que aseguren una gestión eficiente de sus fronteras exteriores. En este sentido todos reconocieron el papel clave que puede jugar Turquía y han avanzado en las negociaciones de un plan de acción conjunta con Ankara que, entre otras cosas, prevé el desembolso de una gran ayuda económica que le permitirá atender a los 2,2 millones de refugiados sirios que han llegado a su territorio.
Pero mientras Europa busca soluciones exteriores, varios países levantan barreras internas contra la libre circulación en el seno de la UE. Esta postura contradictoria de Europa fue criticada por el Primer Ministro griego, Alexis Tsipras, quien destacó en Malta que «no es posible que Grecia cree centros de acogida a refugiados mientras otros países levantan barreras».
«En el tema de los refugiados deben implicarse y comprometerse activamente todos los Estados-miembros de la UE», siguió Tsipras proponiendo «el aumento del número de refugiados que obligatoriamente absorberá cada Estado en función de sus circunstancias objetivas».
Para contener el flujo de refugiados por la ruta del Egeo y, por consiguiente, aligerar las presiones a punto de colapsarse que reciben las minúsculas islas griegas, el Primer Ministro griego abogó por la necesidad de un acuerdo con Turquía con la consiguiente ayuda económica, para establecer en suelo turco centros de acogida (hotspots) en los cuales se hará la identificación de los refugiados y se procederá a su reubicación.
De todos modos en estos encuentros informales, técnicamente, no se pueden adoptar decisiones vinculantes. Así que la cuestión de los refugiados destacará, también, en la agenda de la cumbre de líderes europeos de diciembre, en Bruselas.
Primera huelga general contra Tsipras
En el plano interior, Tsipras se enfrentó ayer a la primera huelga general contra su Gobierno desde su llegada al poder en enero pasado. La movilización convocada por las dos grandes centrales sindicales del país, la Unión de Funcionarios (ADEDY) y la Confederación General de Trabajadores de Grecia (GSEE), provocó el cierre de todo el sector público que funcionó con servicios mínimos, aunque su seguimiento fue menor en el sector privado. Ha sido una manifestación bastante masiva y dinámica alcanzando a casi 30.000 trabajadores, según los medios de comunicación griegos que, también, participaron en la huelga.
Con esta movilización se rompe una tregua de casi un año y los sindicatos vuelven a su actitud combatida que habían mostrado en los anteriores años de la crisis. Las protestas sociales actuales apuntan contra la reforma del sistema de jubilaciones, el aumento de los impuestos y la confiscación de la primera vivienda; medidas todas ellas que pretenden imponer los acreedores a cambio del desembolso de un nuevo tramo de ayuda económica. Similares movilizaciones se desarrollaron con éxito en Tesalónica y Patrás, así como en los mayores centros urbanos griegos.
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