El emplazamiento arqueológico de la antigua Eane (Eaní: Αιανή en griego) acaba de abrir sus puertas a los visitantes, desplegando toda su grandeza y, al mismo tiempo, revelando una nueva dimensión en la historia de Macedonia. Ubicada en la actual provincia de Kozani, en la región de Macedonia Occidental, Eane fue un asentamiento neolítico con una trayectoria continua desde el 5º milenio hasta el I siglo a. C. Los hallazgos arqueológicos –conjunto urbano con su necrópolis- componen la imagen de una ciudad con una organización socio-política y un desarrollo cultural continuos desde el periodo arcaico tardío hasta la época clásica (principios del s. V – IV a. C.), lo que aboga a favor de la opinión de que en la Alta Macedonia existieron ciudades oranizadas y florecientes mucho antes de que se consumara la unificación del helenismo macedonio por el rey Filipo II (359-336 a. C.) al que hasta ahora los historiadores atribuían la fundación de los primeros centros urbanos.
El descubrimiento de tumbas monumentales de mampostería, así como de tumbas sencillas realizadas en fosas de los siglos VI y V a. C., que contienen una amplia riqueza y variedad de objetos, echan luz a dos siglos de la historia temprana de los macedonios. Además, la localización de hallazgos aún más tempranos aportan nuevos datos sobre la Edad tardía del Cobre (s. XVI-XI a. C.) en relación con la presencia de pueblos helenos del noroeste -a los que pertenecen los macedonios- los que tras emigrar e instalarse en el sur fueron llamados Dorios; asimismo, indican la presencia micenaica en la zona, de lo cual se deduce que el mundo micenaico no estaba aislado de la Alta Macedonia, siendo Tesalia su frontera norte.
Aunque la ciudad vive su época de esplendor en los tiempos clásicos y helenísticos, el conjunto de los hallazgos atestigua que Eane jugó un papel muy importante como capital de Elimia, un antiguo reino de la Alta Macedonia, desarrollando contactos e intercambios culturales con todo el espacio heládico, según demuestran las abundantes piezas desenterradas, vasos micenaicos, cerámica negra y roja de Ática, los aríbalos corintios (recipiente cerrado para aceites y ungüentos), monedas procedentes de grandes ciudades de la Antigüedad, todo al parecer de producción propia. Además, los restos arquitectónicos, tales como capiteles dóricos o jónicos, confirman la existencia de espléndidos edificios públicos, mientras las inscripciones halladas son testigos de que los macedonios usaban la escritura desde tiempos muy tempranos.
Todos esos objetos que han visto la luz -como consecuencia de las excavaciones sistemáticas que han ido desarrollándose desde 1983- están alojados en el Museo Arqueológico de Eane el cual ocupa unos 1.000 metros distribuidos en dos plantas. La ordenación de los hallazgos según los criterios cronológico y temático no solamente resalta el valor científico de la colección sino que refuerza su carácter didáctico para el público general.
El Museo responde a todos los criterios museológicos modernos para la seguridad y conservación de sus objetos y la atención del público: Dispone de salas especialmente acondicionadas para proteger los hallazgos del desgaste producido por las condiciones climatológicas, talleres bien equipados, biblotecas y áreas de atención al público, así como sistemas que garantizan la accesibilidad de todos los discapacitados. Además, los jardines del Museo, que se extienden en un espacio de 18.000 metros, albergan una exposición permanente de esculturas modernas hechas especialmente para el Museo, y en ellos se realizan también durante los meses de verano los distintos programas educativos u otros eventos.
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