En otras circustancias el presente número de nuestra revista tendría un aire festivo propio de estos días. No es así, porque el problema de los refugiados ha sumido nuestro país en una crisis humanitaria la cual se vive dentro de otra crisis, la económica. Esta es la razón por la que hemos querido dedicar este número al tema de los refugiados exclusivamente, con la intención de descifrar todos sus aspectos y resaltar todas sus dimensiones, ya que a nuestra opinión es un tema que pone en tela de juicio los valores y la cohesión de Europa y, según algunos, su propia existencia.
Cuna del humanismo y de la solidaridad
Grecia, azotada los últimos años por una profunda crisis económica, se encuentra en medio de una segunda crisis, la crisis de los refugiados de las guerras de Siria, Irak y Afganistán que huyen de sus países cruzando el mediterráneo y llegando a las islas griegas donde inician otra aventura en busca de un refugio en Europa, principalmente en Alemania. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados declaró que Europa está frente a una «de las mayores afluencias de refugiados en décadas».
Por lo tanto no se trata de un problema griego sino europeo. Sin embargo, su gestión pasa principalmente por nuestro país ya que, por su posición geográfica, es la principal puerta de entrada en Europa. El problema se agudizó tanto en 2015 que llegó a provocar un colapso total en las pequeñas islas del Egeo obligadas a recibir a miles de refugiados diariamente.
Grecia se ha visto desbordada; el problema sobrepasa sus posibilidades y sus infraestructuras de recepción, los servicios y los procedimientos de registro están saturados y muy lejos de cubrir las necesidades reales. Grecia ha reclamado inmediatamente el apoyo económico y técnico de la UE, pero los europeos se muestran bastante indecisos cuando no levantan vallas.
Debemos gestionar el problema sin sucumbir al salvaje populismo de la violencia de las vallas y de las repatriaciones ilegales, destacó el Primer Ministro, Alexis Tsipras, hace unos días respondiendo a una pregunta parlamentaria. Al mismo tiempo denunció el clima de xenofobia que se está cultivando por ciertos círculos extremistas de Europa los cuales lanzan amenazas irresponsables, en un momento en que Grecia, siempre fiel a los compromisos de Schengen, procura gestionar la situación ateniéndose a los principios del humanismo y de la solidaridad.
Para nosotros el problema consiste en cómo afrontar la crisis en un momento en que algunos países deciden cerrar sus fronteras a los refugiados. No permitiremos que nuestro país se convierta en un almacén de almas humanas; haremos todo lo posible a nivel internacional para que sean aplicados los acuerdos de readmisión. Cumpliremos con nuestros deberes y lo mismo deberán hacer todos los demás. Y estos deberes nos obligan a todos a proceder a la identificación inmediata ahí donde pisan su pie los refugiados. Grecia es el último bastión de la estabilidad en medio de una zona desestabilizada, prosiguió Tsipras insinuando su descontento por la falta de ayuda satisfactoria de parte de Europa. Hemos pedido la ayuda de Frontex pero, desgraciadamente, de las 1600 personas que pedimos llegaron solo 200, precisó el Primer Ministro afirmando que no tendríamos ninguna objeción a la creación de una guardia costera europea.
Las autoridades griegas se han volcado literalmente con el tema haciendo todo lo posible para atender a los refugiados en las condiciones que exige la dignidad humana. Está haciendo más de que le corresponde en el marco de sus posibilidades. Pero tenemos que ver qué pasa al otro lado también. Se ha firmado un acuerdo entre la UE y Turquía para reducir el flujo migratoria y hasta la fecha no hemos visto resultados concretos. Europa por su parte, también, debe cumplir con sus obligaciones, no frente a Grecia sino frente a ese gran problema humanitario. Por el momento los países que participan en el programa de la reubicación son muy pocos.
Grecia ha puesto sus miradas en la cumbre de la UE que comienza, hoy, en Bruselas, donde se espera adoptar una actitud más enérgica frente al tema, que pueda aliviar la situación de las islas griegas, las cuales viven una coyuntura histórica difícil, obligadas a cargar con una responsabilidad que pertenece a toda Europa; No debemos acostumbrarnos a la idea de que el Mar Egeo sea una tumba húmeda sino trabajar para que se convierta en mar de colaboración, paz y solidaridad, destacó ayer Alexis Tsipras en su visita a los centros de acogida en las islas de Leros y Quíos. A principios de noviembre había visitado el centro de acogida en la isla de Lesbos, acompañado por el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Shultz.
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