O “un sueño entre unas magníficas ruinas”, según la expresión de la Directora del Museo Arqueológico con la apreciación del viajero francés L.Fr. Gassas para presentar esta peculiar exposición organizada por el Museo en colaboración con la Biblioteca del Parlamento griego, que presenta el retrato de la capital helena de tres siglos esbozado por los viajeros de la época.
En total 22 ediciones ilustradas de viajes, 14 óleos, frescos, grabados de la colección del Parlamento y 35 esculturas de mármol del Museo Arqueológico Nacional -algunas de las cuales se exhiben por primera vez- nos revelan los distintos aspectos de Atenas, a veces reales y a veces mágicos, según la propia mirada de los viajeros.
Atenas como una ciudad-símbolo cultural, pero también como una pequeña e insignificante ciudad del período otomano, como lugar de antigüedades o como capital del recién constituido Estado griego; son las distintas facetas de Atenas que alimentaron el entusiasmo y la imaginación de los viajeros europeos que en el siglo XIX inundan Grecia. Es la época en que se funden el romanticismo con el filohelenismo, el neoclasicismo y el amor al clasicismo con el robo y el negocio ilícito de antigüedades.
En la muestra se cruzan los amantes de lo clásico, los filohelenos, los románticos, los naturalistas pero también los aventureros que excavan por doquier con imprudencia, saquean sin escrúpulos y negocian ilícitamente monumentos que no les pertenecen. Esta situación fue la que sensibilizó a las autoridades del entonces minúsculo Estado griego incitándoles a crear los primeros museos.
Numerosas fotografías antiguas, mapas, guías de viajes, grabados y estudios y relatos editados en los siglos XVII, XVIII y XIX en Ámsterdam, París, Lión o Venecia nos sitúan en el ambiente de la época y nos acercan a imágenes hoy inexistentes: Teseion, la Torre de los Vientos, Pnyx, el Ágora antigua, un busto de una Nike (Victoria), un relieve con representaciones de Hércules, una estatua de Atenea Parthenos o la Acrópolis como la vieron el arquitecto J. Stuart y el pintor N. Revett, el Partenón visto por el pintor Eduard Dodwell o la escultura que se salvó de la avidez saqueadora del Lord Elgin.
¿Atenas tenía cataratas? Es lo primero que se pregunta el visitante al ver el grabado del Templo de Zeus Olímpico con las aguas del mítico río Ilissós al fondo (del que hoy no queda ni rastro). Además, resulta emocionante ver el templo de Artemis Agrotera del siglo V a.C., derribado por el jefe de la guardia turca de la ciudad. Finalmente, una fotografía del cónsul francés, L.F.S. Fauvel, nos muestra el lado oscuro del momento: se le ve en su casa de Atenas con vistas a la Acrópolis y al fondo amontonadas numerosas antigüedades entre las que destaca un busto de mármol. Justo al lado de la fotografía se encuentra el original del busto el cual, finalmente, se pudo salvar del pillaje sistemático de la época.
La exposición, que ha sido inaugurada el 7 de septiembre y durará hasta el 8 de noviembre de 2016, va enmarcada en un programa más amplio del Museo Arqueológico Nacional con motivo del 150 aniversario desde su fundación.
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