Del 1 al 6 de noviembre, se celebrará en Atenas el II Festival de Flamenco Experimental Coetáni, organizado por el colectivo cultural PLAYGROUND for the arts , bajo la égida de la Embajada de España y el Instituto Cervantes de Atenas, para presentar al público ateniense un aspecto “subversivo” del arte tradicional del flamenco, como reza el comunicado del festival. De todo ello y mucho más nos hablará Yota Peklari, Directora artística del festival, que ha tenido la amabilidad de tener una charla amena con el equipo de nuestra revista para explicarnos su relación de amor con el flamenco, así como los objetivos del festival.

¿Qué es exactamente el “flamenco subversivo” que nos propone el Festival Coetáni?

El flamenco ha ido adquiriendo con el paso del tiempo una forma estereotipada. Fue utilizado como producto exportable y símbolo nacionalista por la dictadura de Franco e identificado con una imagen y sonido muy concretos. Sin embargo, su verdadera esencia es la plena libertad en la expresión, la búsqueda personal, la experimentación, la diversidad; son justamente estos elementos del flamenco que el festival Coetáni aspira a resaltar a través del trabajo de distintos artistas que definen las nuevas tendencias en el ámbito del flamenco, yendo a menudo a contracorriente.

A través de numerosas representaciones, proyecciones, conciertos, charlas abiertas y seminarios, el público puede conocer el trabajo de distinguidos artistas quiens utilizan el flamenco como punto de partida para desarrollar su propio lenguaje expresivo. Mi apuesta personal es lograr difundir la evolución dinámica del flamenco, apoyar la autenticidad del artista y romper con tópicos y estereotipos.

¿Le importaría presentarnos brevemente su trayectoria en el ámbito del arte flamenco y explicarnos las razones que han conducido a una griega a una relación profesional con él?

Ya era una danzadora profesional y maestra de baile clásico y contemporáneo cuando empecé mi relación con el flamenco. Su inmediatez y fusión absoluta entre movimiento y música fueron para mí desde el principio unos elementos encantadores de los que me apropié enseguida, ya que sentí que se acoplaban perfectamente a mi curpo y mis necesidades expresivas. Empecé a seguir clases en 1995 y poco a poco he ido incorporándolo en mi repertorio profesional para, finalmente, convertirse en mi actividad principal. En 2001, junto a mis maestros, Natasa Deca y Spiros Karvelas, montamos la escuela “Estrella” y poco más tarde, en 2009, el organismo PLAYGROUND for the arts, junto a Thanos Daskalópulos (tap dance) y Petros Kurtis (percusión).

Mis estudios sobre la danza, mi contacto con la música del cuerpo (body music) y la experiencia adquirida en los distintos festivales internacionales azuzaron en mí la necesidad de analizar y profundizar en el flamenco, perseguiendo siempre una auténtica relación con él. Es esta necesidad lo que me llevó a la creación de obras experimentales y un método de enseñanza y, finalmente, a la idea de un Festival que incluya todo lo expuesto, el Festival Coetáni.

El flamenco es un baile que despierta en el espectador emociones intensas y profundas o, para algunos, hace sentir un “pellizco”. Pero para ello no basta la perfección técnica del bailaor, decía Federico García Lorca, sino que tiene que estar poseído por el “duende”, término que difícilmente puede ser traducido en otras lenguas. ¿Cómo has logrado tú iniciarte en ello y cómo consigues “pellizcar” el espectador?

Lorca a través de su poesía habló de ese estado emocional del bailaor, definiéndolo de manera excepcional. Sin embargo, yo creo que eso ocurre con muchos tipos de baile. Delirio, éxtasis, trance y muchas más palabras expresan ese estado que el bailaor comparte con su público y que consigue mediante una absoluta sintonía con el momento, con el presente. Esta situación una vez que la hayas vivido como espectador – y yo he tenido la suerte de vivirla a través de distintos bailes-, vas persiguiéndola, también, a la hora de interpretar el baile para poder transmitirlo al espectador. Además, nosotros los griegos tenemos, también, una larga tradición en el concepto del trance, de ese éxtasis espiritual del cuerpo.  

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¿Cuáles son los objetivos y aspiraciones del Festival, teniendo en cuenta de que se dirige a un público que no está especialmente familiarizado con la cultura del flamenco y al que concibe de alguna manera en términos folkclóricos?

En el extranjero el público está ya muy familiarizado con este aspecto del flamenco, y el festival Coetáni va ganando a pulso el interés internacional. En Grecia es cierto que el público concibe el flamenco de la forma que acaba de describir, porque no tenía otras percepciones por lo que sucumbió involuntariamente a esta imagen comercializada. Nuestra experiencia del primer Festival nos mostró que incluso la gente que tiene una relación superficial con el flamenco sintoniza muy bien con nuestras representaciones, mostrando un espíritu abierto y sin las quejas habituales de los “iniciados”. Desgraciadamente, en las comunidades del flamenco se cultiva a menudo la fobia de la alienación por la posible penetración de elementos ajenos, lo que automáticamente activa un mecanismo defensivo de expulsión de todo lo diferente. Hace falta mucha paciencia y perseverancia.

Nuestro objetivo es consolidar una institución activa, abierta a un amplio público, que pueda inspirar e impulsar la creatividad y la comunicación, apoye la diversidad y reuna a artistas y públicos de todo el mundo. Es muy importante que a cada época y en cada sociedad existan núcleos que impulsen la expresión individual, la investigación, la interactividad y la experimentación.

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