La fecha del 19 de abril fue instituida, en 2008, por el Estado griego como Día del Filohelenismo y de Solidaridad Internacional, coincidiendo con el aniversario de la muerte del poeta británico Lord Byron, el defensor más ardiente de la causa de la Independencia griega. Tan señalado Día no podría celebrarse que con una amplia programación de actividades, especialmente en el Ayuntamiento ateniense de Vyronas, que debe su nombre al célebre poeta, y en Messolonghi, ciudad donde Lord Byron encontró la muerte a la temprana edad de los 32 años.
El filohelenismo fue a principios del siglo XIX una corriente muy dinámica de apoyo a la Revolución griega de 1821, que atrajo el interés de los intelectuales europeos más destacados de la época. Muchos voluntarios llegaron a Grecia para combatir por su independencia, entre ellos militares reconocidos de las Guerras Napoleónicas, estudiantes, revolucionarios perseguidos, pero, también, muchos oportunistas en busca de aventuras y, cómo no, de dinero. Independientemente de las razones de cada uno, todos ellos contribuyeron a su manera a mantener vivo el interés de la opinión pública europea por la lucha de los griegos.
Pero, ¿cuáles fueron las razones que motivaron esa actitud filohelénica? Por una parte, el amplio interés que muestra Europa, a finales del s. XVIII y principios del XIX, por el redescubrimiento y recuperación del mundo helénico, de manera que la creación de un Estado ahí donde afloró la Civilización clásica ejercía un encanto especial, sobre todo entre intelectuales y letrados, así como en las clases económicamente boyantes de las sociedades europeas.
Por otra, tras las guerras napoleónicas, la restauración a partir de 1815 de los antiguos regímenes y las consiguientes persecuciones de los movimientos liberales, la Revolución griega fue una fuente de inspiración y de expectativas las cuales, a pesar de haber sido finalmente frustradas, en aquel momento fueron capaces de movilizar a mucha gente por un final feliz.
Este sentimiento de solidaridad que recorrió toda Europa se cristalizó en la creación de numerosos comités de apoyo con el propósito de enviar no solamente ayuda humanitaria, sino también municiones, material propagandístico y varios grupos de voluntarios para combatir junto a los griegos.
“El gesto más conocido es el del padre del Romanticismo inglés, Lord Byron, que muere en Mesolongi (1824) luchando como voluntario, o el de su amigo Shelley, que fallece poco antes de zarpar hacia Grecia. El afán filoheleno llegará a cruzar el océano y a arraigar en el continente americano, donde va a encontrar gran eco en los ámbitos universitarios, aristocráticos y en las clases adineradas del país”, escribre Pilar Hualde Pascual en su extraordinario trabajo Ecos filohelénicos en la época del primer romanticismo español (1821-1840).
En el mismo texto Pilar Hualde nos explica el porqué en España las simpatías por el movimierrnto de liberación griego “no se hacen notar que en los círculos militares españoles del Trienio Liberal (1820-1823), defensores de la constitución de 1812, por la proximidad de objetivos y el paralelismo hasta en la denominación de «Guerra de la Independencia» para la mantenida por los españoles contra el invasor francés en la década anterior y la sostenida por los griegos contra el ocupante musulmán.
Otro ejemplo de filohelenismo que, a nuestro juicio, merece una mención especial es el paso por tierras helenas de Francisco de Miranda, precursor de la Independencia de América Latina y primer americano que puso su pie en Grecia, en 1786. Durante su largo recorrido por Europa, no podía omitir el el país de Sócrates, Platón y Aristóteles y otros tantos que le dieron sustento a los principios filosóficos de su proyecto de libertad para las colonias españolas de América.
Sus recuerdos de sus andares por Grecia quedan registrados en la edición bilingüe de su biografía escrita por el académico chileno Miguel Castillo Didier, bajo el título “Francisco de Miranda: precursor, héroe y mártir de la independencia de América Latina” (editorial griega Notios Ánemos). En su honor se erigió, en 2013, una estatua en una plaza que lleva su nombre en la ciudad de Patras, puerto de llegada de Francisco de Miranda a Grecia.
Sin embargo, el Filohelenismo no se limita solo a la Revolución de 1821 y sus principios, sino que adquiere una dimensión constante en el curso del tiempo, apareciendo casi en todas las grandes encrucijadas de la historia griega del siglo XX como un movimiento democrático de solidaridad internacional: Fue manifestado como una amplia ola de solidaridad y apoyo internacionales a los refugiados griegos de 1922 tras la catástrofe de Asia Menor, a favor de la Resistencia griega durante la II Guerra Mundial o por la lucha de los griegos contra la junta militar de 1967-1974.
Sin olvidar sus manifestaciones actuales inspiradas, a nuestro juicio, en las mismas ideas y principios en las se inspiró el Filohelenismo de 1821. Un ejemplo de ello sería la actitud humanitaria y solidaria de los habitantes de nuestras islas con los refugiados que ha desatado un gran movimiento de solidaridad patentemente reflejado en el medio millón de firmas recogidas a favor de la petición para otorgarles el Premio Nobel de la Paz.
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