Por Ana de Miguel
 
Llegarás a Grecia y lo harás, probablemente, como has llegado a cualquier otro país al que has ido de vacaciones. Te encontrarás con un moderno aeropuerto y te desplazarás a tu hotel, con todas las comodidades que hayas elegido, en un agradable tren de cercanías (proastiakós) o un taxi que te saldrá más barato que en el resto de Europa. 
 
Llegarás a tu hotel y te acogerán con amabilidad y más que probablemente encontrarás a alguien que hable tu idioma, aparte de unos cuantos más. 
Saldrás a pasear por sus calles y verás a gente que se parece a tí, que disfruta de lo mismo que tú, y que, aunque habla un idioma que no entiendes, su cadencia te resultará próxima, y en las conversaciones reconocerás palabras. Si antes de venir has aprendido algunas frases en griego, verás que se mostrarán agradecidos y te alabarán el esfuerzo. 
 
Comerás sano y sabroso, con ingredientes que conoces pero con un toque nunca saboreado. Y te ofrecerán agua en cuanto te sientes. A los postres, te obsequiarán con un plato de fruta que no has pedido y que no te cobrarán, y que te hará recordar sabores que ya es difícil encontrar en tu país. 
 
Llegarás a Grecia y te parecerán, en principio, unas vacaciones como otras cualquiera. Pero, pasearás por callejuelas llenas de tiendas donde te animarán a perderte entre su mercancía, y te atenderán en español y en cualquier esquina, levantarás la vista y descubrirás la roca sagrada de la Acrópolis. Y las columnas del Partenón. Y notarás un nudo en la garganta y se te pondrá la piel de gallina al pensar en lo que estás contemplando. Lo verás desde casi cualquier punto de la ciudad y por la noche, cuando las sombras ocultan las grúas que lo reconstruyen, soñarás con Pericles y los filósofos. 
 
Viajarás por Grecia y verás su mar. Y descubrirás tonos de azul que no sabías que existían. Y a la vuelta de cada curva te encontrarás con una vista que te cortará la respiración y te serenará el alma.
Descubrirás sus islas cuajadas de casitas blancas con ventanas azules, y recordarás imágenes de revistas y folletos turísticos y te sentirás feliz de estar contemplándolo con tus propios ojos. 
 
Te bañarás y te darás cuenta de que nunca has disfrutado tanto al nadar en unas aguas tan cristalinas de temperatura perfecta. Y te pasarás mucho tiempo en el agua, paseando la vista por el paisaje de islotes y bahías y que verás a tu alrededor. 
 
Llegarás a Grecia y, si vienes en estos días, verás que nada es como lo pintan por ahí fuera. Y hablarás con la gente y te contarán su preocupación, y su orgullo y su confianza. Te dirán “tí na kánume” (qué le vamos a hacer) y te preguntarán por la situación en tu país. 
 
Llegarás a Grecia y tendrás que irte en poco tiempo, porque si no lo haces, quizá no te vayas nunca. 
 
*Ana de Miguel es editora del periódico digital griego escrito en español AtenasDigital.com. Lleva 8 años en Grecia. Está casada con un griego y tiene dos hijas de 8 y 10 años de edad.  

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