En el pueblo histórico de Andrítsena, ubicado en el corazón del Peloponeso (provincia de Hélide) y en medio de un entorno montañoso de bosques frondosos, se esconde un tesoro histórico-cultural de inestimable valor: Se trata de la Biblioteca Pública de Andrítsena, una de las más importantes de la zona con un extenso y valioso acervo bibliográfico. Conocida, también, bajo el nombre de “Nikolopúlios”, en honor a su primer benefactor, Konstantinos Agathófronas Nikolópulos, data de 1840 y su historia es realmente fascinante. La presencia de tal joya en un paisaje montañoso y casi aislado, confiere prestigio y orgullo a la pequeña localidad de Andrítsena y la convierte en una especie de capital cultural de la zona.
 
 
Antes que nada es imprescindible revelar la historia de sus libros y contar cómo han podido llegar hasta esta pequeña aldea; una historia directamente enlazada a la vida de su benefactor, Konstantinos Agathófronas Nikokolópulos (Esmirna 1786, París 1841), personaje histórico de particular interés cuya obra y vida permanecen hasta hoy bastante desconocidos. 
 
La historia de un erudito
 
Hijo de Yeorgakis Nikolópulos y de Panagiota Matzurani, ambos originarios de Andrítsena, Konstantinos Nikolópulos, nace en Esmirna en 1786. Tras concluir sus estudios en la Escuela Evangélica de Esmirna, se traslada a la edad de los 18 años a Bucarest con la pretensión de seguir la carrera de docencia. Dos años más tarde, en 1806, se va a París donde enseña lengua y literatura griegas por bastantes años. En ese mismo periodo escribe varias obras de poesía y música. Nikolópulos es un verdadero erudito y profundo conocedor de la literatura y lengua griegas pero, también, posee un conocimiento sólido de las lenguas francesa, alemana e italiana. En su estancia en la capital gala se relaciona con la Academia Jónica y la Sociedad de Artes de París y ocupa el puesto de bibliotecario adjunto en la Biblioteca del Instituto Francés.
 
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Al mismo tiempo, escribe regularmente para la revista Logios Ermis (Hermes erudito), publicando poemas y artículos a menudo bajo pseudónimo,  y colabora con más revistas europeas que reproducen sus crónicas, críticas de libros y diversos comentarios. Además, edita con Sp. Kondos la revista Melissa (Abeja, 1819-1821), la cual no llegó a sacar más que tres volúmenes, todos considerados especialmente importantes por su orientación revolucionaria. También, publica canciones y odas, entre las cuales La oda de la Primavera dedicada al primer Gobernador de la Grecia contemporánea, Ioannis Kapodístrias. Entre 1819 y 1831 Nikolópulos participa como socio en la Revista Enciclopédica de París. En el momento de la explosión de la Revolución griega, publica himnos y odas a la valentía de los griegos en los campos de batalla, y dirige varias llamadas a los  Filhelenos de la época instándoles a contribuir a la causa de la independencia griega.
 
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Los libros viajan a Andrítsena
 
Apasionado de los libros y de la lectura, consigue crear en París una amplia Biblioteca que cuenta con una de las colecciones privadas más importantes de la época. Decide, entonces, donar este tesoro espiritual a su villa natal, Andrítsena, motivado por la convicción de que solo el estudio y el conocimiento encauzarían a Grecia hacia un desarrollo rápido. Su decisión es comunicada a las autoridades municipales las cuales aceptan con gran satisfacción y alegría tan inesperado e inestimado regalo. Inmediatamente se trasladan a París el Secretario del Ministerio del Interior, Jarálambos Christópulos, y Alcalde de la localidad,  Konstantinos Farmakis-Zarifópulos, con la misión de recoger los libros y organizar su traslado a Andrítsena. Las colecciones, embaladas en 47 cajas, salen (1840) de París en barco hacia Nauplia y de ahí llegan a Andrítsena cargadas en mulas para ser instaladas provisionalmente en la iglesia de Ayía Varvara. Poco después del envío de sus libros, Nicolópulos muere en París, víctima de una infección (1841), sin haber podido nunca visitar su villa amada en la que añoraba morir rodeado de sus libros.
 
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Más tarde la colección es acogida por  la escuela del pueblo, construida, en 1875, gracias a una recaudación de fondos organizada por todo el país. Se trata de volúmenes preciosos y raros, algunos datando del siglo 15 (primeras versiones de imprenta). Muchos de ellos contienen anotaciones, sellos, firmas y dedicatorias de personajes célebres. La colección de Nikolópulos comprende, también, valiosas informaciones sobre todas las disciplinas y ciencias de la época (historia, geografía, derecho, medicina etc), así como diversas versiones de los textos clásicos griegos.
 
En 1932, el edificio es sometido a una rehabilitación y reforma parcial y se añade una nueva ala, adquiriendo la forma que tiene actualmente. En 2003, la Asociación Panhelénica de Amigos de la Biblioteca de Andrítsena (Atenas-Friburg) dona el inmueble que acoge actualmente todas las colecciones de la Biblioteca.
 
La villa de Andrítsena
 
Andrítsena es una villa medieval construida a 760 m. de altitud sobre un espolón del Monte Lykaion. Según la leyenda, debe su nombre a la viuda de Andrikos Murmuris, Andríkena  (o Andrítsena, según el acento local), propietaria  y gerente de una posada que era un parador ineludible para los visitantes de la zona. Durante la dominación franco-veneciana, el barrio alrededor de la posada ha ido extendiéndose hasta transfromarse en una pequeña villa que, en su época de esplendor (siglo XVIII),  llegó a ser un importante centro de mercadeo. Juega un importante papel en dos fechas históricas señaladas, la revolución de Orloff y la Revolución griega. En 1826, es incendiada y devastada por las tropas de Ibrahim.
 
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 A partir de la II Guerra Mundial retoma su ritmo dinámico estimulado por el desarrollo comercial pero, sobre todo, por el movimiento turístico de la zona debido principalmente a su proximidad al Templo de Apolo Epicurio, una maravilla del siglo de oro griego, declarado Patrimonio de la Humanidad por Unesco, en 1986.
La villa mantiene casi intacto su carácter medieval fascinando al visitante con sus edificios de piedra, sus callejuelas pavimentadas, la plaza con sus árboles milenarios y sus magníficas vistas.
 
Lean también la entrevista de Martin Nicoulin, Presidente de la Asociación de Amigos de la Biblioteca de Andrítsena, publicada por GrèceHebdo.
M.A.

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